Seguro coincidiras conmigo en que las palabras no suelen aparecer aisladas ni en la expresión oral ni en la escrita. Ellas frecuentan reuniones con otras palabras hasta agruparse y componer unidades mayores: las oraciones. A su vez las oraciones (una o más) elaboradas, y organizadas alrededor de un tema central conforman el párrafo ─como forma de la expresión escrita.
Emilio IchiKawa Morín en su libro “La escritura y el límite” registró: «La escritura sobrevive en el desfiladero, es su medio natural. Ese frágil puerto es paradójico; el equilibrio en el límite es tratar de no caer hacia lo que uno desea lanzarse, es reducirse a sugerir lo que uno desea gritar (…). La escritura crece donde hay algo a punto de estallar, la teluricidad es una condición para los nacimientos».
De manera que estas unidades mayores ─oración y párrafo─ constituyen la forma de un contenido es decir la expresión de nuestro objeto de pensar. Como el matrimonio son parejas que han de andar juntas porque se dan en unidad, la existencia de una presupone la de la otra. No hay forma (expresión) sin contenido (objeto del pensar); tampoco existe contenido sin forma.
El párrafo entonces, como forma de organización de la expresión escrita, responde a un contenido que es el mensaje, lo comunicado, dado en las relaciones del qué y el cómo a través de un conjunto de oraciones que desarrollan un tema donde el punto y aparte es el elemento delimitante.
Posee el párrafo una estructura externa derivada de las relaciones entre las oraciones que lo componen. A veces encontramos períodos cortos o largos, en dependencia del empleo de oraciones aclaratorias o explicativas, elementos introducidos que utilizamos para manifestar las relaciones del cómo.
La naturaleza del contenido, médula concentrada de la comunicación, lo constituye el qué considerado por algunos la idea central. Idea que se desarrolla (fundamenta, precisa y enriquece) por medio de otras afines.
A veces, en lo que se pretende expresar, resulta imprescindible acudir a ideas principales o fundamentales sobre la base de lo que quiere comunicarse. De ellas pueden desprenderse otras ideas ─las secundarias─ relacionadas o no con la idea central, quienes siempre guardan una estrecha relación con las principales. Su misión es aclarar, complementar alguna otra idea, aunque no resultan indispensables en la comprensión del pensamiento que quiere informarse.
Brevemente nos acercamos a las ideas accesorias. Como su nombre indica son ideas agregadas, subalternas, empleadas para adornar, embellecer y enriquecer lo que comunicamos; asimismo su mal uso puede oscurecer y empobrecer lo que decimos, cambiando el color y valor de lo expresado.
En el esquema puedes observar las ideas que puede contener el párrafo, la jerarquía que entre ellas se da en su estructuración interna, en su contenido mismo.
La idea central puede estar explícita (cuando aparece dentro del párrafo a inicios, medio o final) o implícita (cuando hay que inferirla, diluida entre todas las ideas que lo componen). Es el foco del contenido significante del párrafo; se desarrolla partiendo de ideas principales o fundamentales, secundarias y accesorias. La organización interna depende en buena medida de la intención y necesidad comunicativa de quien escribe, lo que se verá expuesto en su forma externa; dicho de otra manera el grupo de oraciones con las que se conforma un párrafo es pues su forma y las ideas que mediante él expresamos es su contenido.
Decía Repilado que el párrafo no es más que la grafía de una estructura del pensamiento. A cada quien toca desarrollar esa estructura empleando diversos métodos y herramientas para unificarla y cumplir el propósito comunicativo.
En su libro “Dos temas de Redacción”, el autor al referirse a métodos de desarrollo de párrafos nos sugiere el empleo de las operaciones básicas del pensamiento (definir, argumentar, ejemplificar, comparar, pormenorizar, reiterar) devenidas en métodos naturales de desarrollo, entremezclados en ocasiones, por cubrir las maneras que empleamos al desarrollar un tema y ser comprendidos por quienes nos leen.
Es importante que en la construcción de párrafos se observen cualidades para que la armonía, belleza y fuerza expresiva de una parte, y de otra, las posibilidades plenas de comunicación fluyan.
Unidad, Coherencia y Énfasis son las cualidades que todo párrafo debe poseer. Al abordarlas, trataremos de hacerlo en forma práctica para reflexionar en qué consisten de manera general porque conocemos que existe bibliografía muy especializada al respecto.
Observa este párrafo.
La zorra es un animal mamífero de hocico puntiagudo y orejas rectas. Este destructor de aves y mamíferos pequeños es carnicero. Su cola es peluda y tiene uso industrial ya que con ella se confeccionan capas y abrigos que lucen las damas en sus salidas nocturnas cuando van a teatros y bailes. Su costo es elevado y en algunos países no está al alcance de la mujer trabajadora.
Si nos detenemos en la lectura del párrafo anterior advertiremos que desde sus inicios acondicionamos nuestra mente para leer la descripción de la zorra; sin embargo, cuando llegamos a la cola se comienza a tomar otro rumbo y se pierde entonces esa idea adicionando nuevos temas: uso industrial de la piel, quiénes utilizan esos artículos, la poca posibilidad de adquirirlos, en fin, la idea central que parecía estar centrada en la descripción de la zorra se pierde con otras que aparecen y nada tienen que ver con ella.
Cuando en un párrafo todas las oraciones se proyectan en función de la idea central con ajuste al tema que se desarrolla y sin inmiscuir otros ajenos que la oscurezcan se dice que el párrafo deja ver unidad.
Afectan el logro de la unidad la pérdida y repetición de la idea central, su fragmentación o dejarla inconclusa.
Veamos otro ejemplo.
Era un lugar muy apropiado para el descanso y había silencio y tranquilidad. Su belleza no pasaba desapercibida. A mis primos le gustaba ir allí de vacaciones y a mí también. A veces nos subíamos a unos árboles muy frondosos y verdes, cuyos árboles estaban repletos de frutas, pero nos enfermábamos de tanto comerlas. Todos decían de que Sitiecito era lo más lindo de aquellos contornos.
Las ideas del párrafo anterior están bastante claras, nos llega el mensaje de la idea central sobre el lugar excelente para vacacionar descansando y haciendo ejercicio. Sin embargo, se emplea una palabra por otra en la segunda oración desapercibida por inadvertida (se nota, se advierte).
Hay uso incorrecto de pronombres ‘a mis primos le gustaba’, el pronombre le está mal empleado pues su referencia no es singular, es plural (a mis primos, les gustaba); el pronombre cuyos mal usado ‘nos subíamos a unos árboles cuyos árboles’, este pronombre no reproduce a su antecedente ni concuerda con él, establece una relación de pertenencia y no concuerda con su consecuente, lo correcto sería ‘nos subíamos a unos árboles cuyas ramas’ o ‘nos subíamos a unos árboles los cuales estaban’.
Se aprecia el mal uso de la preposición de en la expresión ‘decían de que Sitiecito’ siendo lo correcto ‘decían que Sitiecito’. También existe error en el uso de la conjunción y cuando expresa ‘muy apropiado para el descanso y había silencio’ en ese caso la y establece una relación de suma. Debió establecer una relación de causa/efecto pudiendo decirse ‘muy apropiado para el descanso porque había silencio’ o ‘muy apropiado para el descanso puesto que había silencio’ u otra variante.
Cuando existe ilación o continuidad lógica-psicológica del pensamiento, cuando las conexiones y enlaces gramaticales de la expresión son correctos y las ideas quedan formuladas con precisión, claridad y fluidez decimos que la coherencia está presente en el texto
Afectan el logro de la coherencia en el párrafo dos aspectos: errores en cuanto a las ideas por la incorrecta estructuración y errores en cuanto a la expresión por la desacertada estructuración de los elementos gramaticales.
Aun cuando la unidad y la coherencia son elementos de características diferentes constituyen aspectos de un mismo fenómeno: la expresión, por lo que de alguna manera los errores de una afectan irremediablemente a la otra.
Y por último, no menos importante trataremos al énfasis como la cualidad del párrafo más difícil de lograr; ella significa saber dominar los recursos del estilo para dar vigor, relieve, fuerza y energía a cada expresión que se construya trocando el rebuscamiento y la ampulosidad por expresiones sencillas, naturales y de buen gusto.