Las oraciones según la naturaleza del predicado
Gramatiqueando

LAS ORACIONES SEGÚN LA NATURALEZA DEL PREDICADO

En otros artículos has encontrado de seguro elementos importantes sobre la oración simple. Hablemos hoy de las oraciones según la naturaleza del predicado, es decir, de sus características esenciales propias.

Toda oración dispone de un sujeto, que será de quién o de qué se dice algo, y de un predicado, que será todo lo que decimos de ese sujeto. Pero el predicado puede manifestarse de diferentes maneras como por ejemplo cuando solo nos dice una cualidad del sujeto: ‘La noche es cálida’ o ‘la oficina está amueblada’; o cuando expresa una acción del sujeto: ‘Ella soñaba’ o ‘el hijo ha traído regalos para su madre’.

En el primer caso la oración es atributiva o cualitativa por poseer un predicado nominal que se expresa básicamente con un nombre para designar la calificación o clasificación del sujeto por medio de un adjetivo, frase adjetiva, sustantivo, adverbio adjetivado, un pronombre, o palabras y frases equivalentes de valor nominal.

Se le atribuye a los verbos ser y estar presencia en la oración atributiva por ser verbos copulativos cuya gestión estriba en servir de nexo, de cópula, entre el sujeto y el predicado, sin aportar nada más al significado de la oración.

A veces, los verbos ser y estar recobran su significado original; el uno de existencia y el otro de permanencia. En ejemplos como estos no son copulativos: ‘Eso soy aunque no me guste’, ‘Juan estuvo en mi casa’.

Existen otros verbos y frases verbales que en ocasiones adquieren en su uso valor copulativo entre otros está parecer, venir, ser, tenido por, ser llamado. Por ejemplo: ‘Pancho parece oficinista’, ‘es tenido por honrado’, ‘el frío viene crujiente’.

En el segundo párrafo de este artículo veíamos que el predicado también podía expresar una acción del sujeto, en ese caso se dice que es una oración predicativa porque no anuncia una cualidad del sujeto sino que expresa un fenómeno, una alternativa en la que el sujeto participa y donde el verbo es la palabra cardinal; de ahí la esencia de llamársele oraciones de predicado verbal.

Imprescindible es en oraciones predicativas la presencia del verbo conjugado en forma personal que se basta él solo para expresar lo que se quiere decir del sujeto y que muchas veces se complementa con otras palabras para ampliar y/o precisar dicha predicación.

Excluyendo al verbo, las palabras que aparecen en un predicado ampliado tienen la función sintáctica de determinar la acción verbal y se llaman complementos verbales. Pueden ser de diferente índole de acuerdo a su valor funcional derivado del sentido de la oración, de la colocación de los elementos que la componen, del uso de las preposiciones.

El complemento directo (conocido también como acusativo en latín) es aquel donde recae de inmediato la acción verbal, expresa eso hecho por el verbo. Por ejemplo en la oración ‘María escribió cartas’, eso escrito por María son cartas y, por tanto, el complemento directo de escribió. Si en algún momento ofrece duda el obtener el complemento directo pudiera ser un recurso poner el verbo en participio y anteponerle la pregunta ¿qué es lo? Así, en la oración anterior preguntaríamos: ¿Qué es lo escrito? La respuesta sería, sin dudas, cartas y ese sería el complemento directo.

En ocasiones, el complemento directo lleva delante la preposición a cuando se refiere a persona o cosa personificada, pero según Bello debe estar determinado en la mente del que habla. Suele además emplearse la preposición a con los pronombres alguien, nadie, quien, y con uno, otro, todo, ninguno y cualquiera. Por ejemplo: ‘Alonso Quijano ama a su escudero’; ‘miré a alguien’.

El complemento indirecto (conocido también como dativo en latín) expresa la persona o cosa que recibe el daño o perjuicio, provecho o beneficio, de la acción del verbo, o el fin a que dicha acción se dirige. Lleva siempre delante las preposiciones a y para. Por ejemplo: ‘Jacinto escribió cartas a María’, ‘Pedro enviaba flores para Hortensia’. En las oraciones anteriores cartas y flores son complemento directo; a María y para Hortensia son complementos indirectos.

El complemento circunstancial (conocido también como ablativo en latín) expresa lugar, modo, tiempo, medio, causa o instrumento de la acción verbal. Frecuenta alguna de estas preposiciones con, desde, de, en, hacia, hasta, por, sin, sobre, tras, etc., y algunas veces a y para con un significado muy diferente al que tienen en el complemento directo e indirecto. Por ejemplo: ‘Allí te espero’, ‘te amé por años’, ‘desde entonces te busqué sin consuelo’, ‘soy de América’, ‘nací en el Mediterráneo’, ‘camino tras sus huellas’, ‘voy hacia el fracaso’, ‘te recordaré hasta la muerte’.

Las oraciones predicativas no siempre muestran una completa predicación, pues no siempre dicen todo lo que se puede decir del sujeto al cual se refieren. Ellas tienen una clasificación acorde a las características que presentan en su conformación. Pueden ser transitivas e intransitivas, pasivas, reflexivas y recíprocas e impersonales.

Transitivas son las oraciones que en su estructura contienen al complemento directo, aunque puedan estar presentes otros complementos.

Intransitivas son las oraciones que en su estructura no contienen al complemento directo, aunque puedan estar presentes otros complementos.

Hay verbos cuyo significado no posibilita que la oración contenga complemento directo. Entre ellos está morir, vivir, quedar, dormir.

Hay otros, por naturaleza, con tendencia a llevar un objeto directo, prestos a declarar eso hecho por el verbo para que la oración cobre sentido. Entre ellos está dar, dejar, entregar, mostrar, abandonar.

Pasivas son las oraciones que contienen un sujeto paciente y un verbo en voz pasiva. Esto quiere decir que el hablante centra la atención en el objeto de acción y no en el sujeto. Pueden llevar o no expresado el agente o productor de la acción (ablativo agente), que irá acompañado de las preposiciones por o de.

Cuando lo llevan las oraciones se nombran primeras de pasiva, y cuando lo callan, segundas de pasiva.

Se multiplica el uso de las llamadas oraciones pasivas reflejas con se y el verbo en activa en construcciones como: ‘El acta fue firmada por los estudiantes’ equivale a ‘se firmó el acta por los estudiantes’.

Reflexivas y Recíprocas son las oraciones en las que el sujeto a la vez es agente y paciente. Se expresan con el verbo en activa acompañadas de los formas átonas de los pronombre personales me, te, se, nos, os.

En el caso de las reflexivas la acción del sujeto recae sobre él mismo, es decir, el sujeto es a la vez complemento de la acción verbal que ejecuta. Por ejemplo: ‘Yo me muerdo’, el pronombre me es el complemento directo del verbo muerdo, sin embargo, si se dijera ‘yo me muerdo las uñas’, entonces, las uñas sería el complemento directo y el pronombre me sería el complemento indirecto.

En el caso de las recíprocas dos o más sujetos ejecutan la acción y a la vez la reciben mutuamente, como modalidad de las reflexivas se distinguen por el sentido. Emplean verbos transitivos pues los intransitivos no trasmiten reciprocidad de la acción, por ejemplo: ‘El novio y la novia se pelearon’, ‘Gretel y Esperanza se vestían una a otra’. Para evitar ambigüedad se usan a menudo frases o palabras como uno a otro, mutuamente, recíprocamente, entre sí.

Impersonales constituyen un numeroso grupo por incluir clases de oraciones diversas que mantienen rasgos comunes: sujeto inmovilizado en tercera persona del singular, impersonalización del sujeto, de hecho son oraciones unimembres con verbos que expresan fenómenos naturales en las que se hace muy difícil personificar un sujeto agente distinto de la acción misma, o sea, el sujeto está incluido en dicha acción, y, por tanto, las oraciones no pueden desdoblarse en sujeto y predicado. Entre estos verbos se encuentra llover, nevar, relampaguear, granizar, amanecer, anochecer, tronar, etc. Por ejemplo, “Llueve sobre tus dos ojos negros, negros…” (Poesía de Miguel Hernández).

Cuando estos verbos se utilizan en sentido figurado pierden su condición de impersonales por atribuirse un sujeto causante de la acción y se conjugan en todas las personas gramaticales; pierden así su estructura unimembre impersonal para adquirir el valor de oración bimembre. Por ejemplo, ‘Esos ojos jamás relampaguean’.

Cualquiera de los verbos transitivos e intransitivos puede emplearse de forma impersonal, ya sea por desconocerse el sujeto o callarse intencionalmente, sea por no resultar de interés para el interlocutor. Véanse estos ejemplos: ‘Tocan a la puerta’, ‘me han regañado otra vez’, ‘no me han permitido salir’; fíjese que el verbo está en tercera persona plural aunque el hablante sabe que el sujeto es una sola persona.

Existen distintos verbos (hacer, haber, ser, estar) que en determinado tipo de oración con uso unipersonal adoptan la estructura unimembre y solo se conjugan en tercera persona singular, por ejemplo: ‘Hace frío’, ‘hubo fiestas de navidad’, ‘es tarde’, está oscuro hacia el mar’.

Existen las impersonales pasivas donde el sujeto es paciente, en tanto se es signo de pasiva y complemento agente implícito, por ejemplo: ‘Se plantean los problemas’, ‘se investigan los argumentos’, ‘se establecen los parámetros’, ‘se venden guitarras’.

Y también, menos frecuente, están las impersonales activas donde se es sujeto genérico y representa la tercera persona singular de significación indeterminada, por ejemplo: ‘Se vende entradas para el ballet’, ‘se solicita aportes’, ‘se vende guitarras’.

Finalmente, te dejamos el esquema general de la oración posible, propuesto por Gili Gaya, Samuel en su “Curso superior de sintaxis española”, pág. 80.

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